Desde que en 1958 se empezaron a tomar medidas sistemáticas de la concentración de fondo del CO2 en la atmósfera desde el observatorio de Mauna Loa, en Hawái, la cantidad de ese gas de efecto invernadero no ha parado de aumentar, mostrando una oscilación anual debido a la variación intraanual de la actividad fotosintética. Las curvas anuales forman una especie de ola que va creciendo y que recuerda al famoso cuadro japonés de la ola de Kanagawa.