Se remonta muy atrás el debate sobre si hay bosques porque llueve o llueve porque hay bosques. La vegetación y el arbolado aportan al ambiente, a través de la evapotranspiración, una gran cantidad de vapor de agua que actúa como un potenciador de la lluvia cuando las condiciones meteorológicas son adecuadas para la formación de la precipitación. El paso de un frente sobre una zona boscosa sería una situación propicia para que tuviera lugar esa carga de humedad ambiental, con la consiguiente intensificación de la lluvia frontal.