La caminata más larga del mundo cruza desiertos, montañas, selvas, ciudades y ríos de tres continentes del planeta.
Desde Magadán, en el extremo oriental de Siberia, en Rusia, hasta Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, este colosal recorrido permite recorrer múltiples países, climas y culturas sin necesidad de surcar ningún océano.
Sí, es el viaje más largo del mundo que se puede hacer caminando por tierra. Un sueño para aventureros, una locura para muchos… y una hazaña épica que, aunque nadie ha logrado completar aún, podría ser posible.
Según cálculos realizados con herramientas como Google Maps, esta fabulosa ruta abarcaría unos 22.500 kilómetros. Caminando 30 kilómetros por día, costaría cerca de tres años completarla sin tomarse un solo día de descanso.
El camino más largo a pie sin cruzar ningún mar, lago u océano tomaría unos 559 días, 16 horas y 12 minutos de caminata considerando una velocidad promedio de 5km/h y 8 horas por día. Además de disfrutar de todas las estaciones del año, se atraviesa 17 países y 6 zonas horarias. pic.twitter.com/QWATFGlN3H
Informa Cosmos (@InformaCosmos) October 7, 2022
En realidad, el tiempo invertido sería mucho mayor debido a los inconvenientes a la hora de cruzar fronteras y obtener visados. Y, por supuesto, a las condiciones impuestas por la meteorología.
Aunque se ha popularizado por exploradores, mapas y blogs de viajes, tampoco se trata de una ruta oficial ni señalizada. Sin embargo, sí une caminos reales que pueden recorrerse a pie. El límite está en el cuerpo, la mente y en la voluntad de quien decida recorrerla.
El recorrido comienza en Siberia. Desde ahí avanza hacia el suroeste, cruzando la vasta Rusia, bordeando el lago Baikal, y adentrándose en las estepas de Mongolia y Kazajistán.
Después, tras atravesar montañas de Asia Central, las arenas de Turkmenistán, las ciudades milenarias de Irán y las colinas de Turquía, se llega a África a través de Egipto. El río Nilo guía entonces la travesía hacia el sur.
El camino seguiría por Sudán, Etiopía, Kenia, Tanzania, Zambia, Namibia y, finalmente, Sudáfrica.
Además de lo impresionante de su distancia, otro aspecto fundamental de este viaje es la diversidad que contiene.
Por ejemplo, una enorme variedad de lenguas, religiones, gastronomías y tradiciones: desde Iglesias ortodoxas en Siberia, mezquitas en Irán, tribus en el Valle del Omo en Etiopía, hasta mercados callejeros en Nairobi…
Pero también de climas extremos, paisajes y ecosistemas únicos: tundras heladas, estepas, desiertos como el del Sáhara y el Kalahari, sabanas africanas, bosques tropicales y montañas como las del Cáucaso y las tierras altas de Etiopía.
Cada etapa es una impagable lección de geografía, de historia, y de humanidad.
Este complejo viaje –atraviesa casi una veintena de países– no es solo una prueba de resistencia física. También es un desafío logístico y emocional. Empezando porque las temperaturas varían de los -40 °C de Siberia en invierno a los más de 45 °C en algunos desiertos africanos.
Además, muchas regiones no cuentan con infraestructura para viajeros, por lo que se necesitaría una planificación cuidadosa para abastecerse de agua, comida y refugio.
Otro factor importante es el de la seguridad. En algunas de las zonas atravesadas hay delincuencia, conflictos armados, condiciones políticas difíciles o limitaciones temporales al tránsito de extranjeros.
Hasta hoy, no está documentado que alguien haya completado exactamente esta ruta, aunque aventureros como los británicos Ffyona Campbell (31.521 kilómetros en 11 años) y Karl Bushby (36.000 kilómetros en 20 años) han realizado caminatas intercontinentales de proporciones épicas.
In 1991, at the age of just 24, Ffyona Campbell set out on a journey that would push the boundaries of human endurance and spirit. Her mission? To walk 16,000 kilometers across the African continentfrom Cape Town in the south to Tangiers in the northas part of her dream to pic.twitter.com/f0eB14RTX9
— The Fourth Musketeer (@iv_musketeer) May 15, 2025
Más allá de su viabilidad práctica, este recorrido se ha convertido en un símbolo del espíritu humano: del deseo de explorar, de conectar con lo diverso y de superar los límites físicos y mentales.
Por eso, el viaje más largo que se puede hacer caminando no es solo una proeza geográfica; es también una metáfora de lo lejos que se puede llegar con voluntad, paciencia y pasión por el descubrimiento.