Una vez formada la nube debemos saber si nos puede traer algo de precipitación o no. Por eso existen las clasificaciones y los tipos de nubes -aunque todas nacen igual, no todas se desarrollan y tienen las mismas intenciones-.
Una primera ordenación es por su desarrollo vertical o, si lo queremos llamar de otra manera, por la altura que alcanza la nube desde su base. Si tienen poco desarrollo vertical, su tamaño horizontal es mayor que el vertical, se llaman estratiformes, que forman capas nubosas de cientos de kilómetros de ancho por sólo 2 o 3 de alto; pero si son "altas y esbeltas", de gran desarrollo vertical, se las denomina cumuliformes, con "sólo" unas decenas de kilómetros de ancho, pero alturas que pueden alcanzar los 10 kilómetros de alto y a veces incluso más.
De todas maneras esa división es demasiado genérica, por lo que en Meteorología se usa otra que tiene en cuenta la altura de la base de la nube respecto al suelo, pero no su desarrollo vertical; así obtenemos tres tipos y diez géneros de nubes, que son los internacionalmente reconocidos.
El sistema internacional actual de clasificación se remonta a 1802, cuando el meteorólogo aficionado Luke Howard presentó la nomenclatura de las nubes en latín y en 1803 publicó el libro “The Modifications of Clouds”. Sus denominaciones se obtienen de combinar cuatro nombres fundamentales tomados del latín y que son:
Esta clasificación, en orden creciente en altura, es la siguiente:
Entre estos "pisos" nubosos no hay una división exacta, ya que hay algunos géneros de nubes que aún naciendo en el más bajo, pueden atravesar el inmediatamente superior, como es el caso de los grandes cúmulos o incluso llegar al más alto, como sucede con las nubes de gran desarrollo vertical, los cumulonimbus.
Los diez géneros nubosos se subdividen en especies, que describen la forma y la estructura interna de la nube, en variedades, que indican una característica especial de la nube, describiendo o bien su transparencia o bien la distribución de sus elementos. Y, por último, están los rasgos suplementarios y las nubes rias, por lo que las combinaciones para dar el “nombre completo” de una nube puede llegar a ser sumamente complicado.